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Gladiador de Dios#182: Dios de los vivos

Gladiador de Dios#182: Dios de los vivos

He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. Isaías 42:1

Las profecías acerca del Mesías, que comienzan con la promesa de la “simiente de la mujer” (véase Génesis 3:15), recorren todo el Antiguo Testamento como un canto de esperanza que alcanza su punto culminante en el libro de Isaías. Volveremos con frecuencia a estos pasajes mientras estudiamos, en las próximas semanas, la vida y la muerte de Jesús.

En especial, prestaremos atención a cuatro brillantes secciones del libro que presentan al Mesías como “el Siervo del Señor” (Isaías 42:1-7; 49:1-9; 50:4-9; 52:13–53:12).

El texto de hoy marca el comienzo de estas revelaciones y nos ofrece una triple descripción del Siervo del Señor.

1. El Mesías sería un siervo

Esta idea puede resultarnos extraña. No crecimos rodeados de criados, mayordomos o sirvientes; vivimos en una época que valora la independencia, la igualdad y los derechos personales. Sin embargo, la palabra “siervo” en el original bíblico se aproxima más a “esclavo”: alguien completamente entregado a la voluntad de su amo.

El Mesías, dice la Escritura, vendría no a ser servido, sino a servir. No habría para Él pompa ni honores, ni ambición de poder o prestigio. Su vida sería de entrega total.

“Ninguna consideración personal debía estar presente en su vida. El honor que el mundo atribuye a la posición, la riqueza y el talento debía ser ajeno al Hijo de Dios. Ninguno de los medios que los hombres emplean para ganar sumisión o exigir homenaje debía usar el Mesías.”
(Profetas y Reyes, pp. 692–693)

2. El Mesías sería el deleite de Dios

Aunque vendría como siervo, el Mesías sería aquel en quien Dios se complacería. En su bautismo, el Padre declaró:
“Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:17)
Así, el humilde predicador y sanador de Nazaret —despreciado por los poderosos— fue, en realidad, el Señor hecho carne, hijo de Dios, Siervo fiel que cumplió la voluntad del Padre.

3. Su misión sería universal

La obra del Mesías no se limitaría a Israel. Traería justicia y salvación a todas las naciones. En Él, las esperanzas y los anhelos de toda la humanidad encontrarían cumplimiento; en Él, cada corazón hallaría descanso y reconciliación con Dios.“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
(Marcos 10:45)

Señor, enséñame a servir con humildad. Ayúdame a cuidar de mi prójimo con la misma dedicación con que me gustaría ser cuidado. Que en el ejemplo de tu Siervo amado encuentre el camino hacia la paz y el verdadero éxito. En el nombre de Jesús oro y agradezco. Amén.

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"Se feliz, porque la piedra nunca es tan grande si confías en Dios, porque las injusticias acaban pagándose, porque el dolor se supera, porque el coraje te levanta, porque el miedo te fortalece, porque los errores te hacen aprender y porque nadie es perfecto. DIOS hoy, camina contigo. Feliz Día."

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