Con súplicas los guiaré; los haré caminar junto a arroyos de aguas, por sendas derechas en que no tropezarán. Jeremías 31:9
Si pudiéramos dibujar mapas topográficos de nuestros viajes espirituales, podrían parecer cadenas montañosas escarpadas: picos altísimos de bendición seguidos de profundos valles de prueba. Esto se debe a que el Padre nos guía a través de las temporadas de gozo y dificultad, enseñándonos a confiar en Él en cada paso. Sin embargo, mantener un caminar constante con Jesús a través de todos los altibajos sigue siendo uno de nuestros mayores desafíos.
Piénselo: ¿qué interrumpe con mayor frecuencia su confianza en Dios? ¿No son tus circunstancias? Esas situaciones externas en constante cambio influyen en cómo lo vemos con demasiada facilidad. Sin embargo, las circunstancias cambian; Cristo no. Como creyentes, tenemos la presencia inmutable, constante y permanente de Jesús dentro de nosotros. Él es suficiente para manejar cualquier cosa que surja en nuestro camino.
Si caminamos diaria y deliberadamente con Él, Él nos estabilizará. No importa cuán empinada sea la subida o cuán bajo sea el valle, Su presencia nos sostiene, fortalece y nos guía. La tierra puede levantarse o caer bajo nuestros pies, pero el Señor nos mantiene en Su camino recto, guiándonos por arroyos de agua viva.
Señor, gracias por caminar conmigo a través de las cimas de las montañas y los valles. Perdóname por dejar que las circunstancias cambiantes sacudan mi fe. Recuérdame que eres constante, inmutable y siempre estás presente. Ayúdame a caminar diariamente con Tu fuerza, confiando en Ti para sostenerme y guiarme sin importar lo que me depare el futuro. Guíame junto a Tus aguas vivas y mantén seguros mis pasos. Pongo mi viaje completamente en Tus manos. En el nombre de Jesús, Amén.
