Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Hechos 17:11
Existe un sabio consejo que dice: «No creas todo lo que lees». Y esa advertencia cobra aún más sentido cuando se trata de asuntos espirituales. Por eso, 1 Juan 4:1 exhorta a no creer a todo espíritu, sino a poner a prueba si lo que se oye proviene realmente de Dios. El creyente prudente pide discernimiento al Señor y contrasta todo mensaje con la totalidad del consejo de las Escrituras.
Eso fue precisamente lo que hicieron los habitantes de Berea al escuchar la enseñanza de Pablo sobre Cristo. Como conocían las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías, decidieron confrontar cada afirmación con la Palabra de Dios. Su disposición a escudriñar las Escrituras fue alabada como noble, y muchos de ellos terminaron creyendo en Jesús como el Salvador prometido (Hechos 17:11-12).
Así también, cada hijo de Dios es llamado a comprobar lo que oye, incluso cuando viene de predicadores o líderes respetados. La Palabra de Dios es el criterio infalible, y quien la examina con diligencia no solo se protege del error, sino que crece en sabiduría y fe sólida.
Señor, gracias por haber dado a tus hijos una Palabra segura y verdadera. Que cada uno de ellos aprenda a valorar las Escrituras como su guía definitiva y a examinarlas con un corazón dispuesto, como lo hicieron los de Berea. Concede discernimiento para detectar el error y hambre de verdad para buscarte con fidelidad. En el nombre de Jesús, Amén.