Escucharé lo que hablará Jehová Dios; porque hablará paz a su pueblo y a sus santos, para que no se vuelvan a la locura. (Salmo 85:8)
La fuerza de cualquier relación verdadera —y muy especialmente la que tienes con Dios— se cultiva por medio de una comunicación sincera y constante. Cuando oras, no solo estás hablando: estás entrando en un diálogo con el Creador. Llevas ante Él tus cargas, tus anhelos, tus dudas y tus agradecimientos, y en respuesta, Su voz se hace presente. A veces a través de Su Palabra, otras mediante Su Espíritu o incluso por las circunstancias de la vida, Dios te habla con consuelo, dirección y verdad.
Orar no es una obligación pesada. Es un regalo precioso. Es el privilegio sublime de abrirle el corazón a Aquel que sostiene el universo, y que al mismo tiempo te conoce por nombre. Él quiere protegerte, fortalecer tu espíritu, sanarte donde hay heridas, y llenarte de paz en medio de las tormentas. ¿Por qué esperar? Él está disponible ahora mismo. Haz una pausa, y dile: “Señor, quiero escucharte”.
Señor, gracias por estar siempre dispuesto a hablarme y a caminar conmigo. Hoy quiero escucharte con atención, recibir Tu paz, y confiar en Tu dirección para cada área de mi vida. Enséñame a reconocer Tu voz en medio del ruido, y a responder con fe y obediencia. Que cada momento de oración sea un encuentro real contigo, donde mi alma sea fortalecida por Tu presencia. En el nombre de Jesús, Amén.