Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19
Puede que hoy estés preocupado por los retos que debes afrontar, por las situaciones que te roban la paz, por la incertidumbre en aquellas áreas dónde no sabes que ocurrirá o si el resultado que obtengas, será el que esperas. Te sientes impotente porque todo parece escapar de tus manos y te preguntas cómo superarás ese obstáculo. Pero considera lo siguiente: ¿Crees que hay alguna necesidad que puedas tener que esté fuera de la capacidad de Dios para satisfacerla?
Por supuesto, tal vez no sea el Señor sino Tu mismo el que duda. He oído a gente decir: «Tengo una necesidad en mi vida, pero Dios ya ha sido tan bueno conmigo». En esencia, estas personas creen que han agotado la porción de bendiciones que el Señor les ha asignado. Piensan, quizás motivados por el peso de la angustia que atraviesan, que sus necesidades actuales yacen justo más allá del almacén de provisiones de Dios. Tal vez se sienten indignos de Su ayuda, o temen ser egoístas o codiciosos, y por lo tanto, esperan que El Señor rechace sus súplicas urgentes de ayuda.
¿Es esa la situación en la que te encuentras hoy? Recuerda que cuando Pablo escribió la carta que hoy podemos leer, nunca dudo de que Dios supliría todas sus necesidades, y justamente se refería literalmente a eso: a todas ellas. No un porcentaje, ni una fracción, sino todo. Por supuesto, Él lo hace en Su tiempo y a Su manera, pero Él está más que dispuesto a ayudarte. Acude a Él, no desmayes, tu provisión sin dudas va a llegar.
Padre, hoy te presento todas mis necesidades. Gracias por Tu fidelidad y disposición para suplir cada una de ellas, en Tu tiempo y manera perfectos. Ayúdame a confiar plenamente en Ti, sabiendo que nunca me negarás lo que es bueno. Guíame para que acuda a Ti con fe, confiado en que Tú eres mi Proveedor. En El Nombre de Jesús, Amén.