Las palabras de Jehová son palabras limpias, Como plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces. Tú, Jehová, los guardarás; De esta generación los preservarás para siempre. Salmos 12:6-7
¿Con qué frecuencia te encuentras utilizando palabras poco amables? ¿Un poco deshonestas? ¿Quizá algo interesadas? ¿Desconsideradas? ¿Desagradables? ¿malvadas? ¿Por qué es tan fácil usar nuestra boca para decir algo distinto de lo que es santo y bueno?
A menudo digo algo sin pensar verdaderamente en mis palabras, y luego deseo tanto poder «rehacer» esa conversación. Una vez, en un auto con otras personas, dije algo que algunos casi podrían considerar un insulto racial. Realmente no era mi intención y me sentí tan avergonzado por mis comentarios que quise escabullirme del vehículo y caer en algún agujero. Simplemente no pensé en cómo había expresado mis pensamientos. Nunca lo he olvidado, pero oro para que los demás en el coche no hayan recordado eso que había dicho.
El Salmo 12 contrasta las palabras humanas con las palabras de Dios. David relaciona las palabras lisonjeras y ociosas con los orgullosos que dicen:
A los que han dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos; Nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros? (v.4)
Dios quiere que le sometamos a diario tanto nuestras palabras como nuestros pensamientos. Debemos confesar nuestro orgullo cuando elegimos decir lo que nos hace sentir bien en ese momento, ¡incluso si lo que decimos es totalmente falso!
Por el contrario, las palabras del Señor son puras. La pureza de las palabras de Dios se demuestra a través de la pureza de la plata, la cual debe pasar por el fuego múltiples veces para ser un metal verdaderamente puro. La pureza de Dios debería ser nuestro modelo en toda conversación. Aunque a menudo deseamos, cuando nos equivocamos y nos falta prudencia, que nuestras palabras desaparezcan o al menos sean olvidadas por quienes las escucharon, la Palabra pura de Dios nunca se desvanecerá. Sus promesas son verdaderas y permanentes. Él conserva Sus palabras a través de todas las generaciones.
El Salmo 33:11, que también afirma esta verdad intemporal: «El consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones». Porque Su Palabra es de tal valor, ¡generación tras generación la conocerá!
¿Le pides al Señor que use tus palabras para Su gloria? Si no es así, haz que esa petición forme parte de tu oración diaria. ¿Está enseñando a los que vienen detrás de ti a usar sus palabras sabiamente? Enséñales acerca de la santidad de las palabras eternas de Dios, que son verdaderas, beneficiosas, amorosas e imperecederas. Modela y enseña la importancia de estar en Su Palabra continuamente, buscando aplicar cada verdad que Él ha revelado al hombre.
¡Oremos para que hablemos palabras que edifiquen y sean apreciadas!
Señor, pon en mis labios palabras puras, para que pueda yo, por Tu gracia y con Tu ayuda, edificar a otros hermanos, en todo momento. En El Nombre de Jesús, Amén.
