Escucha:
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré. (Salmos 18:2)
Piensa:
Se cuenta de un joven predicador llamado Augustus Toplady, que estaba paseando por la campiña inglesa cuando, de repente, apareció una tormenta. Toplady divisó una amplia formación rocosa con una grieta, donde se refugió hasta que pasó el temporal. Mientras estaba sentado resguardándose del diluvio, reflexionaba en la conexión entre su refugio y la ayuda de Dios durante las tormentas de la vida.
No tenía papel donde escribir, pero encontró un naipe en el suelo de la cueva y empezó a componer las palabras del amado himno «Roca eterna».
Escrito durante aquel tormentoso día de 1775, este himno ha sido, desde entonces, una fuente de fortaleza para los creyentes. Roca de la eternidad, fuiste abierta para mí; Sé mi escondedero fiel, solo encuentro paz en ti; Eres puro manantial, en el cual lavado fui.
Piensa en tus luchas. ¿Necesitas un lugar para refugiarte? ¿Te hace falta Alguien que te proteja de los ataques de la vida? ¿Precisas tener la certeza de que has sido perdonado? Tal como lo experimentó Toplady, podemos hallar refugio y seguridad en Dios.
No enfrentes solo las tormentas de la vida. Busca el amparo del Señor. Pídele que te proteja. Asegúrate de haber recibido su perdón. Acércate a la Roca de la eternidad; es el lugar más seguro.
Ora:
Señor, gracias por estar seguro en tus brazos, por tu amor y fidelidad, por tu cuidado, que aún en los momentos de duda, en los que pienso en desistir, nunca falta para recordarme que Tu eres más grande que cualquier problema. Que Tu presencia, sea constante Padre, hoy y siempre. Amén.