Palabras de Jesús:
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5:3)
Los que, por la fe en Cristo, han llegado a vivir según las leyes del Reino de Dios, han descubierto que los principios del Reino fueron anunciados a través de la serie de las Bienaventuranzas, en el famoso Sermón de la Montaña. Entre los principios revelados por el Señor del Reino, cabe destacar la humildad: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).
Hay varias expresiones que los intérpretes utilizan como sinónimos de “pobre de espíritu”. Uno de ellos es “humilde”. La humildad de espíritu no debe interpretarse como servilismo o ignorancia espiritual. Humilde es quien, ante la incomprensible superioridad del Señor, desecha su propio orgullo y asume, con plena conciencia, una postura de aceptación y aprendizaje. El contexto bíblico en el que se inserta el término “pobre de espíritu” equivale al significado de “humilde de espíritu”.
Podemos entender, entonces, por qué la persona humilde es feliz. Porque no está bloqueado por el orgullo y la autosuficiencia. La persona humilde es capaz de aprender lo que Dios quiere enseñarle. Vivimos rodeados y presionados por la maldad de nuestro mundo. A veces el desánimo nos roba las fuerzas y nos sentimos olvidados por Dios. El rey David, que pasó por todo eso, finalmente aprendió: “Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz.” (Salmo 37:11). Lo bueno de todo esto es que el Señor nos permite desarrollar el don de la humildad de espíritu.
Oración:
Querido Padre, quiero ser humilde de espíritu para poder relacionarme bien contigo, para poder relacionarme mejor con las personas que me rodean. Quiero entender que no necesito ser autosuficiente ni buscar el reconocimiento de otros sino de Ti. Quiero rechazar toda ansiedad y estrés, y aprender de Tu carácter, siendo como Tú, manso y humilde de corazón. Todo ello te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.