Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo; Mas el que guarda la corrección recibirá honra. Proverbios 13:18
Hay ocasiones en las que nos vemos tan atrapados en nuestras propias actividades, necesidades y relaciones que no nos centramos en el Padre ni pasamos tiempo con Él. Perseguimos nuestros objetivos con nuestras propias fuerzas, y estamos tan ocupados que ni siquiera pensamos en la importancia que significa para nuestra vida, con mucha seguridad, lo más importante, el pasar tiempo con Él. Otras veces, en medio de la dificultad, las respuestas del Señor no son las que esperamos, ni en los momentos en que deseamos. Allí nuestra naturaleza humana imperfecta, sale a relucir al querer sobreponernos a la voluntad que El Señor ya ha definido para nosotros. En esos casos, El todopoderoso a veces utiliza el silencio para llamar nuestra atención.
Aunque el profeta Elías era un hombre piadoso que amaba y servía fielmente a Dios, hubo un momento en su ministerio en que apartó sus ojos del Señor y los fijó en sus circunstancias. La malvada reina Jezabel amenazó con ejecutarlo, lo que lo aterrorizó (1 Reyes 19). Así que Elías huyó lo más lejos posible de su alcance. Agotado y deseando morir, el profeta estaba obviamente concentrado en las amenazas de Jezabel. Así que el Padre tomó medidas profundas para reajustar su mente. Dios envió un viento destructor, un terremoto y fuego, pero permaneció en silencio a través de ellos. El Señor no habló hasta que Elías estuvo lo suficientemente concentrado como para escucharlo en el sonido de un susurro que soplaba suavemente.
Dios tuvo que recordarle a Elías que si Él podía desgarrar las montañas, seguramente podía encargarse de esa reina malvada. Elías no tenía nada que temer mientras confiara en el Señor. Lo mismo es cierto para ti. Cada vez que desvías tu atención del Padre, Él puede enviar algunos silencios poderosos y estremecedores para desafiar tu perspectiva. Así que si el Señor se calla, probablemente hay algo que Él desea enseñarte, y Él quiere toda tu atención. No dejes que tu alma se quede sin Su presencia. Sé sabio, escúchalo.
Padre, quiero escucharte y obedecerte. Háblame, Señor, Tu siervo te escucha. Sé que Tú puedes superar cualquier desafío que se me presente. En El Nombre de Jesús, Amén.