Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo. Salmos 119:165
¿El ritmo frenético de la vida te ha robado la paz que de otro modo podría ser tuya? ¿Te encuentras a veces demasiado comprometido y poco preparado? ¿Está demasiado ocupado para tu propio bien? Si es así, probablemente ha llegado el momento de bajar el ritmo lo suficiente como para reorganizar tu día y reordenar tus prioridades.
Dios ofrece a cada ser humano (incluyéndote a ti) una paz que sobrepasa el entendimiento limitado de nosotros; pero no obliga a nadie (incluyéndote a ti) a aceptarla. La paz de Dios se ofrece gratuitamente, pero no se impone.
Hoy, como regalo para ti mismo, para tu familia y para el mundo, busca un instante de quietud y experimenta la presencia de Dios. Abre tu corazón a Su amor. Reclama la paz genuina que puede ser tuya si la pides. Y luego comparte esa bendición y ese consuelo con los que te rodean.
A medida que aprendamos a amar y a seguir las instrucciones de Dios, nos encontraremos firmes, incluso en medio de las tormentas de la vida, cimentados en la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Señor, en medio del caos y la agitación de la vida que muchas veces, en vez de traerme beneficios solo suma estrés y tensión a mi rutina, busco tu paz que sobrepasa todo entendimiento y que logrará brindarme la estabilidad que realmente necesito. Ayúdame a reorganizar mis días y a poner en orden mis prioridades según tu voluntad, que es la de más alta y la de mayor bien, que aquel que te sigue, pueda aspirar. Que tu presencia llene mi corazón, brindándome el descanso y la serenidad que solo tú puedes otorgar a todos cuanto han decidido seguirte fielmente. Permíteme ser un canal de tu paz para quienes me rodean, compartiendo el consuelo y la bendición que recibo de ti. En El Nombre de Jesús, Amén.