El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10
¿Cómo es vivir una vida en abundancia? Dios no nos promete abundancia material: una casa grande, un trabajo bien pagado o las cosas que este mundo considera «exitosas». Pero nos ha prometido una vida llena de amor, llena de alegría y llena de su increíble presencia vivificante, que es capaz de dar la verdadera plenitud a nuestra alma.
El mundo de hoy nos invita a ganar más y más para perseguir la opulencia en aquello que podemos palpar con nuestras manos, que podemos percibir a simple vista. Dios por el contrario, con perfecta sabiduría y sabiendo las necesidades del ser humano, siendo éste su perfecta creación nos invita a trabajar por el verdader alimento que Él da, es decir, a trabajar por las cosas de Su Reino. Estudiar la revelación de Su Palabra, seguirle con obediencia, servirle de todo corazón, pues con todo ello a nosotros “todas las cosas nos serán añadidas.”
Al reflexionar sobre estas palabras del Señor, podemos reafirmar que la vida abundante en Cristo va mucho más allá de las posesiones materiales o del éxito mundano. Es una riqueza de espíritu, una profundidad de propósito, y una plenitud de alegría que viene de vivir dando pasos, sin prisa, pero sin pausa, en los caminos de Su voluntad. Esta abundancia está a nuestra disposición independientemente de nuestras circunstancias, pero requiere nuestra participación activa. Estamos llamados a ser fieles administradores de los dones y oportunidades que Dios nos brinda, a perseverar en los desafíos y a comprometernos activamente en la vivencia de nuestra fe. Abracemos esta vida abundante cultivando una relación profunda con Dios, sirviendo a los demás con amor, y encontrando la alegría en el camino que Él ha puesto ante nosotros. Al hacerlo, descubriremos que la verdadera abundancia no consiste en lo que tenemos, sino en lo que llegamos a ser en Cristo.
Señor, enséñame a servirte con obediencia, a seguirte con alegría y a recordar que, el trabajar por Tu reino y por Tu justicia, es lo único que importa, pues de ello, Tu mano poderosa nos bendecirá con el resto, de todo aquello que necesitemos. Gracias Padre, por tan hermosas promesas, En El Nombre de Jesús, Amén.