Éxodo 40:38: Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas.
Dios nos da muestras de Su presencia en muchos momentos de nuestra vida, y mas aún en Su grandiosa creación: el sol poniéndose en un hermoso atardecer, la inmensidad del océano que parece infinito y resguarda millones de especies en perfecta armonía natural, el sonido de un bosque o el sosiego de un lago; todo ello, maneras que tornan la barrera entre el Cielo y la Tierra más ténue, y El Señor nos da la señal de estar aún más presente.
Es posible que los israelitas experimentaran esta cercanía mientras transitaban el arduo y abrasador camino del desierto. En tan comprometedora travesía El Señor siempre estuvo cerca y no falló en Su auxilio, con muestras tangibles de su ayuda, como por ejemplo una nube de día y una columna de fuego de noche para guiar al pueblo en su viaje (Éxodo 40:34-38). Cuando estaban en el campamento, “la gloria del Señor” llenaba el tabernáculo (v. 35). Durante todo el viaje, Su pueblo supo que Dios estaba con ellos.
Cuando disfrutamos de la increíble belleza de la creación divina, caémos nuevamente en cuenta de que Dios es omnipresente. Y cuando dejamos llegar al Padre nuestro clamor en oración, y oímos su voz que resuena gloriosamente en las revelaciones de Su Santas Escrituras, podemos disfrutar de la comunión con Él en todo momento y lugar.
El Dios todopoderoso que gobierna los cielos y la tierra, no se encuenta ausente. Todo lo contrario, está vigilante y atento, a cada uno de Tus pasos, y presto a librarte en el día de prueba.
Renueva la fuerzas y recargas las esperanzas para este día, en el que el Señor también te acompaña, para que con cada uno de los pasos que des, rindas a Él la mayor de las glorias.
Así sea.
Dios Te Bendiga.