Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 2 Corintios 4:16
Hace unos años, me topé con un interesante artículo que hablaba de física y huevos de gallina. No se trataba del eterno debate del huevo o la gallina, sino de una expresión china, Yi luan ji shi, que se refiere al impacto de un huevo contra una roca, donde siempre es el huevo el que se rompe. Esta idea se me quedó grabada como modelo de cuando chocan dos fuerzas desiguales. Probablemente te recuerde alguna experiencia que hayas tenido en tu vida. Sin embargo, una cita anónima que leí hace poco me hizo replantearme mi concepción de los «huevos» y las «piedras». Decía: «Si es una fuerza externa la que rompe un huevo, la vida se acaba. Si es una fuerza interna, la vida comienza. Cambia desde dentro». Esta espectacular frase me hizo darme cuenta de que quizá el problema no esté en las rocas.
Nos pasamos la vida temiendo a las «rocas» y el impacto que pueden tener en nuestra existencia, ¡cuando deberíamos estar desarrollándonos interiormente para salir del huevo y vivir plenamente! Por eso Pablo aconseja a los corintios que no se rindan y que tengan la paciencia necesaria para crecer interiormente, aunque exteriormente sean blanco de impactos. Debemos renovarnos cada día y volver a intentarlo, porque la paciencia moldea nuestro carácter y nos fortalece para afrontar las dificultades de la vida.
Recuerda: la mayoría de nuestras luchas no son con el mundo exterior, sino con nuestro mundo interior. Por eso, en lugar de temer las dificultades y los retos de la vida, debemos verlos como oportunidades de crecimiento y mejora, de la mano de nuestro Padre de los Cielos, que desea curtirnos y hacernos aptos en nuestro carácter y en nuestra fe. Que, con el poder del Espíritu Santo, encontremos la fuerza que necesitamos para afrontar las rocas de la vida y convertirnos en mejores seres humanos.
Señor, que vea cada prueba como una oportunidad de crecer en el plan que has diseñado para mi vida, y como una herramienta para crecer en carácter, en fe y en todas las actitudes y virtudes que te den a Ti, toda la gloria en todo aquello que yo desempeñé. Ayúdame a lograrlo Padre. Te lo pido, En El Nombre de Jesús, Amén.