Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Juan 13:14-15
Pedro era un líder nato y tenía una idea clara de lo que significaba la autoridad. Sin embargo, durante la última semana de Jesús en la tierra, su comprensión cambió por completo. Al ver al Maestro ceñirse una toalla y lavar los pies de los discípulos, quedó desconcertado. Aún más, se resistió cuando Jesús quiso lavarle los pies, sin entender el profundo significado de aquel acto.
Jesús estaba enseñando que el servicio humilde es el camino del Reino. Primero, mostró que Él limpia y salva; luego, enseñó cómo representarlo ante otros. Servir a Dios requiere humildad, disposición y un corazón rendido. No se trata de posiciones ni reconocimiento, sino de obediencia y amor.
El Señor dejó claro que el verdadero liderazgo se expresa en el servicio. Quien desea ser grande debe aprender a poner a Dios en primer lugar, a los demás en segundo y a sí mismo al final. Vivir así no es natural para nuestra carne, pero refleja fielmente el carácter de Cristo y glorifica al Padre.
Señor Jesús, enséñame a servir como tú serviste. Quita de mi corazón el orgullo y dame un espíritu humilde y dispuesto. Ayúdame a poner a otros por encima de mí mismo y a obedecerte aun cuando servir sea incómodo. Quiero reflejar tu amor y tu carácter en cada acción. En El Nombre de Jesús, Amén.
