En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 1 Juan 4:8
Durante muchos años, temí decepcionar a Dios por no estar a la altura de Sus estándares. Pensaba que Su aceptación dependía de mi desempeño. Con el tiempo, comprendí que ese temor no tenía fundamento. Llegué a esta conclusión al entender quién es Dios en realidad: un Padre que ama de manera incondicional y que nos acepta aun cuando fallamos. Ese no es un amor permisivo, sino un amor firme y restaurador.
Esto no significa que nunca enfrentemos la disciplina del Señor. A veces, nuestras decisiones nos llevan a experimentar consecuencias correctivas. Sin embargo, Dios nunca nos decepciona ni deja de amarnos. Su amor es constante, misericordioso, lleno de gracia y compasión. Incluso cuando fallamos, Él permanece cercano.
Tal vez escuches Su voz susurrando a tu corazón: «Puedo ayudarte mejor que eso. Te creé para algo mejor». Y aun mientras te corrige, te sostiene con ternura y te valora más de lo que imaginas. Dios jamás retira Su presencia de nosotros. Su amor perfecto echa fuera el temor y nos asegura que nunca seremos rechazados por Él.
Padre, gracias por tu amor perfecto que echa fuera todo temor. Ayúdame a dejar atrás la culpa y el miedo a decepcionarte. Enséñame a descansar en tu gracia y a confiar en que tu amor por mí es firme y constante. Afirma mi corazón con la verdad de que siempre me sostienes y nunca me abandonas. En El Nombre de Jesús, Amén.