Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios, y Dios permanece en él. 1 Juan 4:16
Fuiste creado para amar y ser amado. Tu propósito va más allá de tu trabajo, familia y responsabilidades diarias. Fuiste formado por Dios para tener una relación personal y profunda con Él y para compartir Su amor con otros. En este mundo lleno de conflicto, ira y dolor, esta misión es importante y poderosa.
Cuando Jesús fue preguntado acerca del mayor mandamiento, respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” Y añadió: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). El punto central de nuestra existencia como creyentes es el amor.
Pero recuerda: tú no eres la fuente del amor. A medida que conoces al Señor y caminas con Él, Él te transforma, te permite experimentar Su amor y así puedes cuidar a otros con sabiduría y compasión. Dios es la fuente del amor, y Él es quien te capacita para representarlo ante los demás.
Señor amado, gracias por ser la fuente infinita del amor que transforma mi corazón. Ayúdame a amar con Tu ternura y a reflejar Tu compasión en cada palabra y acción. Enséñame a ver a los demás como Tú los ves y a ser instrumento de Tu paz donde haya conflicto. Llena mi vida de Tu presencia para amar con autenticidad, gracia y bondad cada día. En El Nombre de Jesús, Amén.