En el día que temo, yo en ti confío. Salmo 56:3
¿Sabías que tus preocupaciones pueden convertirse en una oportunidad para crecer en la fe? Una y otra vez, Dios nos exhorta a no tener miedo. No se trata solo de evitar la ansiedad, sino de tomar una decisión consciente cada vez que sintamos temor: confiar en Él.
En lugar de dejar que el miedo te paralice, utilízalo como una señal que te impulse a correr al trono de la gracia. Que tus temores se conviertan en recordatorios de que necesitas estar más cerca de Dios. Al hacerlo, cada experiencia de inquietud puede transformarse en un momento de fortalecimiento espiritual, porque estás eligiendo activamente confiar en quien nunca falla.
La oración, acompañada de acción de gracias, es el campo donde se gana la batalla contra el miedo. Cuando llevas tus inquietudes al Señor, justo en el momento en que surgen, tu enfoque cambia. Ya no estás centrado en lo que no puedes controlar, sino en el poder, la sabiduría y la fidelidad de Aquel que lo controla todo. Y cuando reconoces que Dios puede encargarse de lo que te amenaza, el miedo comienza a perder su dominio sobre ti.
Así que, la próxima vez que el temor toque a tu puerta, responde con confianza. Eleva una oración, recuerda quién es tu Dios, alábalo por lo que ya ha hecho y por lo que aún está por hacer. Y verás cómo su paz, esa que sobrepasa todo entendimiento, comienza a llenar tu corazón y te sostiene con firmeza.
Señor, cuando el miedo intente apoderarse de mí, enséñame a acudir a Ti de inmediato. Gracias porque eres mi refugio seguro, mi fuerza en medio de la tormenta. Confío en Tu poder, en Tu sabiduría y en Tu fidelidad inquebrantable. Inunda mi corazón con Tu paz, esa que el mundo no puede dar. En el nombre de Jesús, Amén.