Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré. Salmos 28:7
Cuando la gente nos hace daño, corremos el riesgo de pensar incesantemente en lo que nos han hecho, lo que puede llevarnos a la amargura. Los pensamientos de ira pueden bombardearnos debido a la injusticia, la vulnerabilidad y el dolor que sentimos. Pero en lugar de ceder al resentimiento, debemos volver a centrar nuestros pensamientos en Dios y en Su propósito de permitir el conflicto.
Enfocarte en el Señor te ayudará a confiar en Tu habilidad para tratar sabia y justamente con tus antagonistas. No tienes que tener miedo de ser una víctima de los juegos de poder o del engaño de otra persona. Por el contrario, puede confiar en que tu reputación, éxito y seguridad descansan firmemente en las manos de tu Dios soberano y todopoderoso. Sí, es una verdad incuestionable, que en muchos momentos, la gente puede herirte e incluso hacerte retroceder. Pero no tienes que temer ni tomar represalias. Puedes perdonar como Cristo manda, y el Padre te protegerá, te vindicará a su debido tiempo y te dará una idea de por qué tales personas responden como lo hacen. El Señor es más grande que todos tus enemigos juntos, y el poder de Cristo resucitado puede sostenerte y guiarte a través de cualquier encuentro difícil al que te enfrentes. Así que hónralo porque Él ciertamente te ayudará.
Señor, ayúdame a liberar mi ira y resentimiento cuando me sienta agraviado. Ayúdame a reenfocarme en Tu propósito para mi vida y a confiar en Ti para manejar todas las situaciones con justicia. Dame la fuerza para perdonar como Tú me has perdonado, sabiendo que Tú me protegerás y reivindicarás todo a su debido tiempo. Que Tu paz reine en mi corazón, y que siempre te honre a través de mis respuestas. En El Nombre de Jesús, Amén.