Mas el que me oyere, habitará confiadamente Y vivirá tranquilo, sin temor del mal. Proverbios 1:33
Cuando llegues al punto en que sepas que Dios se interesa por tus problemas, que Él es más grande que cualquier cosa que puedas enfrentar y que sabe exactamente qué hacer, tus problemas te parecerán menos intimidantes. ¿Por qué? Porque estás centrado en el Señor: tu Padre todopoderoso, omnisciente, siempre presente y completamente amoroso.
Esta es una de las mayores bendiciones de la sabiduría: Te das cuenta de que Dios no sólo tiene el mejor plan para superar tus luchas, sino que también utiliza tus dificultades para edificarte. Como nos recuerda Romanos 8:28: «Sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden a bien a los que aman a Dios, a los que conforme a su propósito son llamados.» Él entiende tu estructura emocional y espiritual, exactamente lo que necesitas para crecer más cerca de Él, madurar en tu fe y ser «conformado a la imagen de Su Hijo» (Romanos 8:29). Por lo tanto, aunque Su solución tarde en llegar, o Su respuesta requiera que des un paso más definitivo de fe, puedes estar seguro de que ello te resultará en una paz, alegría y satisfacción más profundas de las que jamás hayas conocido. También puedes estar seguro de que tu confianza en los planes y propósitos del Padre se traducirán en bendiciones eternas.
Por lo tanto, hoy, concéntrate en el asombroso poder del Padre y confía en que Él resolverá en sus tiempos, esa situación que hoy te causa desesperación y angustia. En Sus manos, los problemas no son obstáculos, son oportunidades asombrosas para que desarrolles una relación más íntima y dinámica con Él y crezcas en tu fe.
Padre, alabo Tu maravilloso nombre. Gracias por ayudarme a ser más que un vencedor en cada dificultad de mi camino y por convertir todo lo que toca mi vida para mi bien. Confío en que, en Tus manos, cada prueba servirá para fortalecer mi fe y acercarme más a Ti. Ayúdame a concentrarme en Tu poder y sabiduría, sabiendo que Tú siempre me guiarás en Tu tiempo perfecto. Te entrego mis miedos y dudas, y confío en que Tus planes son mayores de lo que puedo imaginar. Gracias por la paz y la alegría que provienen de saber que Tú tienes el control. Todo esto, te lo pido, en el nombre de Jesús. Amén.