Versículo:
Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. (Salmos 51:4)
Comentario:
La persona que mantiene una relación de siervo con Dios reconoce las actitudes que le agradan o no; esta conciencia ocurre a través de la conexión espiritual entre el siervo y su Señor.
También es posible ver que algunas personas entienden que ciertas actitudes y palabras son contrarias a la voluntad de Dios, aunque sus sirvientes no sean confesados, esto sucede por la conciencia moral que es fruto de la naturaleza divina que actúa en nosotros.
En el versículo de hoy, vemos al salmista confesando que entendía que sus acciones y palabras eran demasiado ofensivas para la persona de Dios y que cada una de ellas contribuía a sus errores, tristeza y desesperación. Vivía una relación religiosa formal, cumpliendo normas y compromisos sociales, pero su corazón estaba vacío de Dios.
Mientras sigamos manteniendo a Dios en nuestros labios y no en nuestros corazones, viviremos al margen de su presencia regeneradora, exponiendo sólo la formalidad requerida por una sociedad religiosa. Esta elección hace que ocultemos nuestros “pecados” a quien es capaz de perdonarlos y sacarlos de nosotros.
David confiesa al Señor que ha cometido el mayor error que una persona puede cometer, que es alejarlo del centro de su vida y de la soberanía sobre sus actitudes y palabras. Pero no se postra y se vuelve inerte; al contrario, con la confesión se pone de rodillas para buscar y recibir del Señor su apoyo y consuelo.
Oración:
Señor, pongo mi vida bajo Tu soberanía para nunca vivir al margen de Tu presencia indispensable.