Escucha:
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Romanos 15:13)
Piensa:
Sabes, así es como quiero estar… ¡rebosante de esperanza! Quiero atreverme a entregar mi vida completa y todo lo que tengo para construir un sueño que provenga del corazón de Dios.
Sin embargo, mucha gente no piensa de ese modo porque temen fracasar. El temor al fracaso es peligroso. Si te dejas dominar por éste, te obligará a llevar a cabo aquello que inevitablemente garantizará tu fracaso.
¿Cómo puedes contrarrestar el temor al fracaso?
Aumenta tu esperanza. Siéntate a solas con Dios y escúchalo. Medita en las promesas bíblicas hasta que la imagen sea tan clara en tu interior que nada pueda sacudirla.
Si te encuentras postrado en una cama y el médico te ha dicho que nunca más podrás caminar, en vez de sumirte en ese mal diagnóstico, comienza a soñar. Empieza a construir un sueño de escalar montañas, testificándole a la gente en esas regiones apartadas. Ve a la Palabra, la cual promete que los que esperan en Jehová correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán. Contémplalo hasta que sea lo único que puedas ver. Imagínate caminando por kilómetros y corriendo de un lugar a otro, compartiendo con todos que Jesús te ha levantado y te ha sanado por completo.
De eso se trata la esperanza. Es un sueño divino. Es una imagen interna que es más grande que tú, porque está construida sobre las promesas de Dios.
Si eres cristiano, deberías ser un soñador. Toma la Palabra de Dios y empieza a construir sueños hoy.
Ora:
Señor, confío en que en este momento, Tú estás rompiendo con todas esas cadenas que me tienen atado a la desesperanza, y aunque camine por sendas oscuras, ya no vacilare ni temeré, porque tu fuerza y tu poder están conmigo y me infundes confianza. Amén