Escucha:
“Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna” (Juan 4:14)
Piensa:
Amor. Gozo. Paz. Paciencia. Benignidad. Bondad. Fe. Mansedumbre. Templanza. Son fuerzas poderosas que la Biblia llama: el fruto del Espíritu. Son las cualidades de la naturaleza de Dios, y cuando el Espíritu Santo entró en nosotros, trajo esas cualidades consigo para impartirlas en nuestra vida.
Son cualidades que tienen la particularidad de burbujear dentro de nosotros, de surgir como un manantial que constantemente nos protege y limpia de adentro hacia afuera.
¿Has notado alguna vez que no se puede echar basura en una fuente de agua en movimiento? El chorro de agua que brota con fuerza desde su interior la mantiene limpia y la protege de impurezas externas. De la misma manera funciona la fuente espiritual dentro de ti. Cuando dejas que el amor, el gozo, la paz, la benignidad y las otras fuerzas espirituales broten de tu interior, el diablo no podrá echar su basura dentro de ti.
¿Qué puedes hacer para que el Espíritu se mantenga fluyendo? Llena tu corazón con la Palabra de Dios hasta que las fuerzas de vida eterna empiecen a burbujear. Un poco al principio… luego más fuerte y más alto. Decide mantener esas fuerzas brotando constantemente de la fuente de tu corazón. No permitas que el egoísmo y el pecado detengan la corriente. Dentro de ti hay un manantial imparable de fuerzas vivas. ¡Déjalas fluir!
Ora:
Señor, que pueda desarrollar cada día las maravillosas cualidades que deseas impartir en cada uno de los que te siguen. Saca de mi vida Padre, todas aquellas cosas que me alejen de Ti, de forma que solo fluyan en ella, las maravillosas bendiciones que vienen de caminar junto a Ti. Amén.