Escucha:
Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. (Salmos 23:1-2)
Piensa:
Siempre que me preguntaba como David, un humilde y joven Pastor, logró derrotar al gigante Goliat para luego convertirse conforme al corazón de Dios en rey de Israel, encontraba la respuesta en la confianza que mantuvo en DIOS, en la fortaleza de su fe, en su persistencia. No obstante hubo otro factor que fue fundamental en la victoria del David: El Poder de una revelación.
La revelación que recibía durante sus muchas horas de meditación en las cosas de Dios. Me imagino que el día en que escribió el Salmo 23, David se encontraba meditando en la bondad de Dios y cantándole alabanzas. Él estaba teniendo comunión con Dios cuando, de repente, el Señor lo ungió; y David exclamó: “¡Jehová es mi pastor!”.
Sin duda se acordó de las ovejas que cuidaba cuando era jovencito: “Me enfrenté a la muerte por esas ovejas. Las guíe a lugares de pastos verdes y de aguas frescas, limpias y tranquilas”. Continuó meditando en esas cosas, y se llenó de emoción: “Cuando me enfrenté al león y al oso, ¿no colocó Dios una mesa delante de mí en presencia de esos enemigos? Él me dio la victoria. ¡Mi Dios! ¡Mi Dios peleará por mí! ¡Jehová es mi pastor, nada me faltará!”.
Si las circunstancias de la vida, la opinión de otros o actitudes malintencionadas intentan destruirte, haz lo mismo que David: medita en Dios y en Su Palabra, hasta que puedas observar el poder de la revelación que El Señor te brinda: La imagen de victoria sobre toda esa maldad. Y es que Él nos garantiza su compañía constante, su protección ante el peligro, y nos promete, a pesar de la adversidad, los planes más altos.
Ora:
Señor, Gracias por brindarme en cualquier circunstancia Tu luz que disipa cualquier oscuridad que pueda llegar a mi vida. Haz crecer mi determinación para no rendirme ante el peligro, recordando que cuento con la seguridad de que como Mi eterno pastor, me cuidas bien. Amén.