“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4)
Piensa:
El sufrimiento es un viaje solitario. Pero no deberíamos suf solos. ¿Alguna vez has escuchado a alguien decir: «El Señor es todo lo que necesito» cuando está pasando por algún momento difícil? Si bien esto es cierto, por supuesto, que necesita al Señor, también es evidente que Dios usa a las personas para ayudar a aliviar los dolores de la vida. No vivimos en un vacío. Los amigos y los familiares importan muchísimo, especialmente cuando ellos también han sufrido y pueden identificarse con nuestro dolor y ofrecer esperanza.
Es fácil para nosotros cuestionar a Dios durante nuestros momentos de sufrimiento. Incluso podemos vernos tentados a caer en una sensación de desesperanza y desesperación. Pero tenemos acceso al verdadero Consolador. Los beneficios son tremendos: un consuelo interior profundo, un mayor agradecimiento a Dios y conexiones más profundas con los demás.
Cuando te sientas abandonado ante una circunstancia apremiante, sin rumbo o a tu propia suerte, procura recordar que de tu lado posees una maravillosa fuente de aliento: El Amor de Dios, que no sólo se hará realidad mediante aliento de su palabra o la fortaleza de sus promesas, sino también a través de las maravillosas personas que ha puesto a tu lado para ayudarte a continuar con ese propósito al que has sido llamado.
Ora:
Señor, Tú que me guías por el camino necesario, acompáñame siempre; concédeme el privilegio de tu presencia tanto en los tiempos malos como en los buenos, permitiendome recordar que sin importar la circunstancia, puedo contar contigo; mi principal fuente de aliento. Amen.