Escucha:
“Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías” (1 Reyes 17:15-16)
Piensa:
Uno de las causas principales de los grandes conflictos del mundo ha sido el hecho de tener lo suficiente. Unos temerosos de no tener lo que se necesitan, intentan desesperadamente hacer la diferencia quitando a la fuerza lo que otros han obtenido. Luego estos tratan de acumular más y más riquezas materiales, haciendo del mundo un lugar desigual.
Veamos ahora a la luz de las escrituras de hoy en que consiste la verdadera riqueza. Imaginemos el gran riesgo tomado por esa viuda que recibió a Elías, un extraño para ella, pero encomendado por Jesús a llegar a su casa. Que gran sacrificio en nombre del Señor, el darle sus últimas provisiones de alimento y que maravilloso a su vez, el poder transformador de Dios en hacer que dichas provisiones pudieran durar por días y fueran suficientes para mantenerlos a ambos.
Las escrituras nos muestran, repetidas veces, que hay más que suficiente para todos y que es más importante ofrecer que acumular. He allí el ejemplo de Jesús quien nunca tuvo riquezas materiales e incluso, no tuvo si quiera un hogar en su adultez. No obstante, el legado que a través de Dios nos dejó, estoy seguro nos ha hecho a todos como cristianos más ricos, que el primer millonario del planeta.
Tómate un tiempo ahora, para considerar todas las bendiciones que han llegado a tu vida, cuando decidiste convertirte en hijo de Dios. ¿Ves ahora las grandes riquezas que has cosechado?
Indudablemente el Señor nunca nos abandona.
Ora:
Señor, concédeme paz y serenidad para encontrar la plenitud de mi vida en las obras a las que me has llamado. Guíame para ayudar en ti a los que más lo necesitan, entendiendo que al compartir las bendiciones que me has dado, soy más digno de tu amor y compañía. Amén.