Escucha:
“De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca, porque todos han echado de lo que les sobra, pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, ¡todo su sustento!”. (Marcos 12:41-44)
Piensa:
Jesús estaba sentado junto al arca de las ofrendas, y observaba a la gente depositarlas. En medio de todo eso, una viuda pobre avanzó y echó su ofrenda. Puedo imaginármela, e incluso hasta puedo escucharla decirse a sí misma: “Por el Dios eterno todopoderoso que vive, ya he tenido suficiente de esta pobreza. Estoy harta de no tener nada más que necesidad. Quizás ahora sólo sea una viuda pobre, pero nunca más volveré a serlo. ¡Voy a ser una viuda en quiebra si Dios no hace algo, porque le estoy dando todo lo que tengo!”.
Lo que movió a Jesús no fue lo que ella dio, sino su manera de ofrendar. Ella dio en fe, no en temor. No se detuvo y calculó lo que no tenía y dijo: “Bueno, si hago esto, mañana no tendré comida”. Depositó con confianza todo lo que poseía, esperando a cambio que Dios cuidara de ella.
Tú y yo necesitamos demostrar esa misma actitud. Necesitamos comenzar a presentar nuestras ofrendas al Señor con confianza, depositándolas con decisión a Su servicio, esperando a cambio Sus bendiciones.
Si necesitas algo ahora mismo, da con osadía y atrae la atención de Dios, así como lo hizo la viuda. Abre la puerta de tu hogar de par en par dándole a Jesús todo lo que tienes. Dile que Él es tu fuente y tu proveedor. Cuando menos lo esperes, ¡la abundancia de Dios se derramará en tu vida!
Ora:
Señor, guíame a devolver a aquellos que más lo necesitan, toda gracia, suficiencia y buena obra que has derramado en mi vida. Convierte mis dones y recursos en instrumentos para dar a otros con la misma generosidad y amor con que Tú me provees. Amén.