Escucha:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38)
Piensa:
Jesús es nuestra fuente inagotable de vida, por eso hace la invitación: “venga a mí y beba”. Sin embargo por las diversas circunstancias de la vida podemos olvidar los requisitos para poder beber del Espíritu. Estos están expresados en el mismo pasaje: 1. Creer en él, 2. Acercarse a Él, 3. Tener sed de Dios.
La obra del Espíritu Snato en el creyente es comparada aquí con la obra de los ríos que emanan de una fuente de agua viva. Es aquella fuente que nunca se agota, los ríos que de ella salen producen vida, limpian, transforman el árido paisaje en hermosos valles y verdes montanoas , que generan vida continuamente. Eslo que Dios nos ha regalado: vida, renovación, limpieza.
Recuerda, la misericordia de Dios es para siempre y por ello entrega al hombre el maravilloso don del Espíritu Santo, no por méritos humanos, sino por la gracia en Cristo Jesús. Por su Espíritu, podemos ser transformados y avanzar hacia su plan divino para nosotros.
Ora:
Señor, gracias por tu amor y bondad. Permíteme creer y permanecer a tu lado, haciendo continua mi sed por Tu Palabra, para asi ser digno de beber de Tu Espíritu, que es la fuente inagotable que limpia, renueva, transforma y guía nuestras vidas. Amén.