Escucha:
“Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús” (Juan 13:23).
Piensa:
Somos bendecidos al tener un Salvador fiel en quien podamos confiar ante cada una de nuestras situaciones agobiantes, ante la duda, ante el miedo, ante la inseguridad del porvenir. Y es que Jesús nos ha dicho: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
¿Porque llevar nuestras cargas sólos si contamos con un Padre misericordioso que nos sostiene y cuida de nosotros? Cómo Juan en ese momento apremiante de la partida de Jesús, se apoyó físicamente sobre Él para sentir la seguridad de Su resguado, asi, recostemonos nosotros en la misericordia, compasión y bondad del Señor para confiarle a Él con fe cada una de nuestras cargas. Algo es seguro: seremos librados.
“Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Timoteo 4:18)
Ora:
Señor, permíteme encontrarte en cualquier circustancia y caminar de Tú mano, porque allí me siento seguro y porqué sólo apoyado en Ti tengo la esperanza de mantenerme a salvo de todo mal. Amén