Escucha:
“Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos” (Salmos 40:1-2)
Piensa:
El versículo de hoy, perteneciente al Salmo 40, revela la maravillosa fidelidad de Dios, como respuesta a la espera obediente de David, cuando clamó pidiendo ayuda: “Pacientemente esperé a Jehová… y oyo mi clamor.. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso”
No podemos determinar si la hermosa declaración del David, hacía referencia a un pozo literal o a una situación apremiante; sin embargo fue la confirmación y ejemplo de la confianza que debemos poner en Nuestro Padre: David sabía que, sin condiciones, podría acudir al Señor para que lo librara; tenía en Él la certeza de atraversar sin contratiempos esa tormenta.
En nuestro caso, no importa lo desafiante de las circunstancias, Dios también nos ayudará cuando lo invoquemos. A veces, interviene en forma directa, pero lo más habitual es que lo haga a través de otras personas. Cuando reconocemos nuestra necesidad ante Él (y quizá ante otros), y cuando demostramos nuestra plena confianza en su poder, podemos estar seguros de que responderá a nosotros con su grandiosa fidelidad.
Ora:
Señor, gracias por tu cuidado y protección. Por ordenar mis pasos y crear nuevos caminos, cuando pienso que no existen salida. Hoy camino confiado porque se que ante cualquier circunstancia Tú mano me sostendrá y no me dejará caer. Amén.