Escucha:
“Los que teméis a Jehová, alabadle; Glorificadle, descendencia toda de Jacob, Y temedle vosotros, descendencia toda de Israel. Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, Ni de él escondió su rostro; Sino que cuando clamó a él, le oyó. De ti será mi alabanza en la gran congregación; Mis votos pagaré delante de los que le temen Comerán los humildes, y serán saciados; Alabarán a Jehová los que le buscan; Vivirá vuestro corazón para siempre.(Salmos 22:23-26)”
Piensa:
Todos, seguro recordamos que en nuestra escuela siempre hubo uno o varios niños que hacían bromas de otros, por circunstancias que estaban fuera de su control. Por ejemplo por alguna discapacidad física o mental, por alguna condición o por un problema emocional. Los niños bajo esas circunstancias eran constantemente objeto de burlas y terminaban marginados por los demás. Eran tratados en cierta forma, como si sus condiciones pudieran contagiarse.
Dios no actúa de esta manera, por el contrario es el protector de los afligidos. He llegado a la conclusión de que todos en alguna faceta de nuestras vidas sentimos cierta aflicción, sólo que esta no se encuentra a la vista de todos. Nos encontramos derrumbados por dentro y no lo demostramos pero sabemos que es así. Tratamos además de esconder nuestras fallas y debilidades para no sentirnos rechazados.
Si queremos crecer, debemos reconocer nuestros errores, aceptar que nos encontramos afligidos y hallar la fuerza con la que el Señor nos ha dotado para superar la carga. Tomando en cuenta además, que ya tenemos el primer paso ganado porque Dios ama nuestras imperfecciones y su amor, que es perfecto y misericordioso, solo da paso al perdón de esas fallas:
- En el vacío, Él provee a manos llenas (Colosenses 2:9-10).
- Ante la falta, Él suple lo necesario (Filipenses 4:19).
- Ante la muerte, Él trae vida (Efesios 2:1, 5).
- En la Separación, Él trae reconciliación (Romanos 5:10-11).
- En el amor imperfecto, Él derrama perfección (1 Juan 4:10).
Ora:
Señor gracias por tu misericordioso amor a los débiles y afligidos. Llena mi corazón de compasión, de forma que pueda mirar a través de su aflicción y reconocerlos como hijos predilectos de Ti, El Único Dios. Amén.