Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación. Juan 11:51
Al leer el evangelio de Juan, encontramos un momento sorprendente: después de la resurrección de Lázaro, los líderes religiosos se reunieron para decidir qué hacer con Jesús. Temían que Su creciente influencia provocara una reacción violenta de Roma. Caifás, el sumo sacerdote, declaró que era mejor que un solo hombre muriera por el pueblo. Sin saberlo, estaba pronunciando una verdad profética inspirada por Dios.
Aunque Caifás actuó con intenciones equivocadas, Dios usó sus palabras para cumplir Su plan redentor. A través de la muerte de Cristo, el Padre estaba asegurando la salvación del mundo. Este episodio nos recuerda que Dios puede dirigir incluso las acciones humanas motivadas por el mal para llevar a cabo Sus propósitos perfectos.
El Señor sigue obrando de la misma manera hoy. Aun cuando otros actúan con malas intenciones o las circunstancias parecen injustas, Dios permanece soberano. Nada escapa a Su control. Él puede transformar lo que otros planean para mal en instrumentos de bendición. Confía en que Su plan avanza, incluso cuando no lo percibes con claridad.
Padre, gracias porque nada escapa a tu soberanía. Aun cuando no entiendo las decisiones de otros o enfrento situaciones injustas, ayúdame a confiar en que estás obrando para bien. Afirma mi fe en tu propósito eterno y enséñame a descansar en tu perfecta voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.