Y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. Juan 11:15
¿Qué tenía Jesús en mente al retrasar su regreso a Betania y permitir que Lázaro muriera? ¿Qué propósito justificaba el dolor de María y Marta al ver perder a su hermano? La respuesta revela una verdad profunda acerca del carácter de Dios.
Desde el principio, el objetivo de Jesús no fue causar sufrimiento ni aumentar la angustia emocional de quienes amaba. Su propósito era glorificar a Dios y fortalecer la fe de muchos. A través de esa experiencia dolorosa, Cristo reveló el poder de la vida eterna y preparó los corazones para comprender la cruz y la resurrección. Aquella espera, aunque dolorosa, tenía un valor eterno.
Recuerda esto cuando enfrentes circunstancias difíciles que no comprendes. Habrá momentos en los que otros conocerán la gracia y el plan de salvación de Dios al observar cómo respondes en medio del sufrimiento. El dolor puede ser temporal, pero el impacto de una fe obediente puede ser eterno. Y eso, a los ojos de Dios, siempre vale la pena.
Padre, cuando no entiendo tus tiempos ni tus caminos, ayúdame a confiar en tus propósitos eternos. Sostén mi corazón en medio del dolor y dame fe para creer que estás obrando para tu gloria. Usa mi vida aun en la prueba para que otros puedan conocerte y creer en ti. En El Nombre de Jesús, Amén.