Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. 1 Crónicas 29:11
El poder siempre ha sido una mercancía importante. Naciones, corporaciones e individuos compiten por él ferozmente. Invierten un increíble esfuerzo y recursos para alcanzarlo por razones que no han cambiado—autoridad, prestigio, riqueza, influencia y seguridad. Sin embargo, en última instancia, la supremacía y el control pertenecen únicamente a Dios. El Señor da fuerza y otorga poder. Él solo ejerce soberanía sobre toda la humanidad.
Afortunadamente, el Padre está dispuesto a dar influencia y fortaleza a quienes lo conocen y adoran. Esto es una buena noticia si hoy te sientes impotente, irrespetado, insignificante o particularmente débil. Quizás alguien que lucha por obtener poder te ha pasado por encima o ha tomado algo valioso de ti. Esto puede dejarte temeroso o sintiéndote sin valor. Pero entiende que tu vida no está sujeta a los caprichos de otros—está en las manos del Señor tu Dios. Míralo a Él, confía en Él y entrégale tu vida. Absolutamente nadie puede cambiar Sus buenos y perfectos propósitos para ti—planes que finalmente te traerán gran gozo y plenitud.
Señor, hoy te entrego mis cargas, mis miedos y todo sentimiento de debilidad. Reconozco que el poder verdadero proviene solo de Ti. Afirma mi fe, fortalece mi espíritu y recuérdame que mi vida está segura en Tus manos. Dirige mis pasos hacia Tu propósito y úsame para reflejar Tu gloria. En Tu poder descanso y en Tu amor confío. En El Nombre de Jesús, Amén.