Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. Isaías 55:3
Mi desafío para ti hoy es: Escucha lo que Dios tiene para decirte. Quizá te preguntes si el Señor todavía habla, y puedo asegurarte que sí. Él se comunica a tu alma cuando lo buscas mediante tiempos de oración y lectura de las Escrituras. Solo aquieta tu corazón y tu mente y estate quieto delante de Él. Si estás ocupado y preocupado, te será difícil oír la voz suave y apacible del Salvador. Así que primero saca de tu mente los pensamientos ansiosos, escríbelos y deposítalos en Sus manos. Después estarás listo para centrar tu atención en Él y en lo que desea decirte a través de Su Palabra.
Aproximarte a las Escrituras debe ser como escuchar la voz misma de Dios y enfocarte en lo que Él te quiere decir de forma personal. Pregúntale: “Señor, ¿qué quieres que entienda o haga?” Él desea que lo conozcas y anhela revelarse a ti. Así que sigue escuchando y sé paciente. Muy pronto, Él te enseñará a reconocer Su voz. Y te sorprenderás de todo lo que te mostrará (Jeremías 33:3).
Señor amado, abre mis oídos espirituales para reconocer Tu voz con claridad, en medio de un mundo ruidoso, que no deja lugar para descansar, sino para buscar más y más, las cosas que no me acercan a Ti, sino que me distancia de Tu presencia. Por ello, Padre, Silencia mis temores, mis distracciones y mis propios pensamientos para que pueda escucharte con un corazón dispuesto. Enséñame a buscarte con quietud, confianza y expectativa. Háblame a través de Tu Palabra y guíame en cada decisión. Que vivir escuchándote se convierta en mi mayor deleite y seguridad. En El Nombre de Jesús, Amén.