El SEÑOR tu Dios que va delante de ti, Él mismo peleará por ti. Deuteronomio 1:30
Aprendí una de mis lecciones más valiosas sobre la oración cuando hice un viaje misionero a un país bastante remoto, aun cuando una reunión crucial tendría lugar en mi ausencia.
Mientras viajaba, me descubrí preocupándome constantemente por el resultado. Esto fue antes de los teléfonos celulares, así que no podía recibir actualizaciones y estaba muy distraído. Aunque había una diferencia horaria de ocho horas, decidí orar en el preciso momento en que se celebraría la reunión.
Mientras hablaba con el Señor ya entrada la noche, Dios habló claramente a mi espíritu ansioso:
“¿A quién prefieres que asista a la reunión, tú o Yo?”
Me reí al darme cuenta de lo rápido que Dios puso fin a mis inquietudes.
Este es un principio que es esencial que comprendas. Cuando oras, estás invitando a Dios a involucrarse en tus circunstancias y a colocar activamente los resultados en Sus manos soberanas, capaces y dispuestas.
Así que hoy, ¿hay alguna situación que esté fuera de tu control?
¿Estás ansioso porque no puedes defender tu causa o cambiar tu situación?
Recuerda: el Señor puede.
Él es Aquel que se pone en tu lugar y te defiende.
Confía en Él para hacer lo que tú no puedes.
Señor, gracias porque en cada una de mis batallas Tu mano está presente, para otorgarme siempre con la tentación la fuerza para superar toda caída, y retomar nuevamente los caminos de Tu perfecta voluntad en mi vida. Que asi sea siempre, y que nunca me aleje demasiado, de todo aquello santo y bueno que has preparado para mí. En El Nombre de Jesús, Amén.