Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. Gálatas 4:4
No fue una casualidad aquella noche en Belén cuando María y José llamaron a la puerta del mesón y oyeron la respuesta: “No hay lugar.” Nacer en una cueva y ser acostado en un pesebre no parecía la forma ideal de recibir al Salvador del mundo. Pero nada de eso fue un error. Cada detalle estaba perfectamente orquestado por el plan soberano de Dios.
Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, vino al lugar más humilde para mostrar que Su salvación alcanzaría a todos, sin importar su condición.
Esto también tiene un mensaje para ti hoy. El Señor no comete errores. Hay detalles en tu vida que quizás no entiendes ahora, pero si buscas Su sabiduría, verás que Él está obrando algo extraordinario en medio de tus circunstancias.
El papel de Jesús como nuestro Salvador fue anunciado siglos antes, a través de los sacrificios en el templo. Cada cordero ofrecido apuntaba al sacrificio perfecto que Cristo realizaría en la cruz para el perdón de nuestros pecados. Allí se completó la obra redentora, y cada evento de Su vida se unió para mostrar la perfecta y hermosa orquestación del plan de Dios.
Así que no te desesperes por las partes de tu historia que aún no comprendes. Dios sabe exactamente lo que está haciendo. Él no llega tarde, ni se equivoca. Y cuando llegue el momento perfecto, verás cómo cada detalle de tu vida encajaba en Su propósito y te regocijarás al ver cuán fiel y preciso ha sido Su cuidado todo el tiempo.
Reflexión:
¿Qué área de tu vida hoy parece no tener sentido? Recuerda: el Dios que planeó la venida de Su Hijo en el “cumplimiento del tiempo” también está obrando tu historia con perfección y amor.
Señor, gracias porque no hay errores en Tu plan. Aunque no entienda algunas cosas, confío en Tu sabiduría y en Tu tiempo perfecto. Enséñame a ver Tu mano obrando en cada detalle de mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.