Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder. 1 Corintios 2:4
¿Alguna vez te sientes inseguro sobre qué decir cuando compartes tu fe? Con tantos métodos de evangelización, puede parecer abrumador decidir qué preguntas hacer o qué versículos usar. Pero Pablo nos recuerda que el poder del evangelio no está en el discurso elocuente ni en los argumentos ingeniosos.
Su preocupación era evitar eclipsar la verdad simple y transformadora de Jesucristo con habilidades humanas. El éxito en la evangelización no se basa en fórmulas o presentaciones, sino en el poder de Dios que obra a través del mensaje de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Solo eso salva y transforma los corazones.
Así que no te preocupes por sonar impresionante cuando testifiques. Simplemente habla a los demás de Jesús y confía en que el Espíritu Santo hará lo que solo Él puede hacer: convencer, atraer y traer nueva vida. La fe no se basa en tu forma de expresarte, sino en el poder de Dios.
Señor, gracias porque el poder de la salvación no reside en mis palabras, sino en tu Espíritu. Dame valentía para hablar de Jesús con sinceridad y fe, dejando los resultados en tus manos. Libérame de la presión de la elocuencia y haz que mis palabras apunten solo a la cruz. Usa incluso mi debilidad para mostrar tu fuerza. Que cada uno de mis testimonios glorifique a Cristo y atraiga a otros al poder transformador de tu amor. En El Nombre de Jesús, Amén.