Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Filipenses 2:13
A menudo nos esforzamos tanto por crecer espiritualmente que olvidamos que Dios es quien realmente obra en nosotros. Queremos imitar a Jesús y tener éxito en nuestra vida cristiana, pero cuanto más confiamos únicamente en nuestras fuerzas, más frustrados y agotados nos sentimos. Sin embargo, Dios no nos salvó para dejarnos luchando a tientas; nunca espera que logremos madurez espiritual por nuestra cuenta.
El Salvador que nos redime es también nuestro Maestro y guía. Desde el momento en que confiamos en Jesús como Señor, Él inicia la obra de santificación, un proceso de toda la vida en el que nos moldea a Su imagen. A través del Espíritu Santo, nos convence de pecado, rompe las cadenas que nos atan, sana nuestras heridas y nos enseña a caminar en Sus caminos.
Dios nunca se da por vencido contigo. Él no detendrá Su trabajo de transformación, aunque a veces nos sintamos débiles o incapaces. Por eso, cuando tu fe se sienta frágil y no sepas qué hacer, recuerda Su promesa: Él está obrando en ti para Su buena voluntad. Confía en Su guía paso a paso y deja que Su poder y sabiduría te conduzcan por el camino que mejor te enseña. Cada desafío, cada momento de debilidad, es una oportunidad para que Él moldee tu carácter y te acerque más a Cristo.
Señor, gracias por nunca rendirte conmigo. Recuérdame que mi crecimiento espiritual no depende de mis fuerzas, sino de Tu trabajo constante dentro de mí. Enséñame a descansar en la guía, convicción y poder de Tu Espíritu. Cuando me sienta cansado o desanimado, ayúdame a confiar en que continúas moldeándome para Tu gloria. Moldea mi carácter a la semejanza de Cristo cada día y fortalece mi esperanza mientras camino contigo. En el nombre de Jesús, Amén.