Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas. Génesis 8:1
La espera de la retirada de las aguas debió de parecerle interminable a Noé. Dios les había salvado a él y a su familia del diluvio, y estaban agradecidos. Pero, ¿cuánto tiempo iban a estar atrapados en el arca con una bodega llena de animales inquietos?
Para su alivio, el Señor se mantuvo fiel a su promesa y finalmente puso a Noé y a su tripulación en tierra seca. Sin embargo, podemos sentirnos algo desconcertados cuando leemos: «Y se acordó Dios de Noé». ¿Se había olvidado el Señor de él? No. Nuestro omnisciente Redentor no olvida nada, especialmente cuando se trata de Su pueblo.
Los autores humanos de las Escrituras utilizaron el término «acordarse» para describir la actividad de Dios después de que pareciera que Su participación había decaído. Sobrevivir a los días difíciles, cuando parece que nuestro clamor de ayuda ha sido ignorado, puede ser un reto para nuestra fe. Nos sentimos olvidados, sobre todo cuando las circunstancias van de mal en peor.
Pero recuerda siempre: aunque Dios esté en silencio, nunca está quieto; siempre está trabajando en tu vida para llevar a cabo Su propósito y plan. Puedes contar con Él, independientemente de la situación. Él no te olvida ni te ignora, y nunca te abandona. Así que no desesperes. Anímate y espera Su liberación. Muy pronto, Él abrirá la puerta.
Señor, gracias por Tu fidelidad en cada etapa de mi vida. Cuando me sienta olvidado o perdido en la espera de Tu respuesta, recuérdame que Tú siempre estás trabajando en mi vida. Ayúdame a confiar en Tu tiempo perfecto y a nunca perder la esperanza, sabiendo que Tú me librarás cuando sea el momento adecuado. Confío en Tus promesas y descanso en Tu presencia. En El Nombre de Jesús, Amén.