Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5
¿Te gustaría parecerte más a Jesús, pero te parece demasiado difícil? ¿Te das cuenta de que te estás quedando corto? No te desesperes: no se supone que seas piadoso con tus propias fuerzas. Ser como Cristo es un fruto que viene de Dios mismo.
Hay una razón por la que los melocotoneros dan melocotones, no manzanas; por la que los perales dan peras, no plátanos; y por la que las ramas cortadas de la vid se marchitan. Es porque la vida se da a través de la vid, y la savia que fluye hacia las ramas determina la identidad del fruto. De la misma manera, la vida de Dios dentro de ti produce el carácter de Cristo que anhelas. A medida que pasas tiempo con Él y le reconoces como Señor, Su «savia divina» -el Espíritu Santo- produce las cualidades espirituales que reflejan Su carácter en ti.
Esto significa que te encuentras facultado para ser y hacer todo aquello para lo que Dios te creó, porque Él lo hace todo a través de ti. Sin embargo, debes vivir en continua unión con la Vid, Jesús. Así que deja de luchar. Permanece en Cristo y permite que el Espíritu Santo reproduzca Su carácter en ti.
Señor, quiero parecerme más a Ti, pero sé que no puedo hacerlo solo. Me rindo a Ti, confiando en el poder del Espíritu Santo para transformarme de adentro hacia afuera. Ayúdame a permanecer en Ti, a morar en Tu presencia, y a permitir que Tu carácter se refleje en mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.