Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo. Proverbios 30:3
La vida cristiana tiene el potencial de darnos una existencia profundamente satisfactoria y gozosa. Desafortunadamente, muchos del pueblo de Dios nunca experimentan todo lo que Él tiene para ellos. ¿Por qué? Porque nunca se toman el tiempo para aprender a caminar con Aquel que los conoce y ama mejor. Saben algo acerca del Señor, pero nunca desarrollan una relación personal con el Salvador o experimentan la plenitud que viene de conocerlo a un nivel íntimo. Esta falta de cercanía detiene el crecimiento espiritual porque es un requisito esencial para llegar a ser todo aquello para lo que fuimos creados. Si no conocemos a Dios, nunca podremos parecernos más a Él.
Para muchos, desarrollar esta relación íntima con el Señor es un reto debido al control al que estamos llamados a renunciar. No sólo debemos tomar la decisión de buscar al Padre y amarlo por encima de todo, sino que también debemos llegar a un punto en el que deseemos Su amor más que cualquier otra cosa que este mundo pueda ofrecer. La verdadera intimidad comienza con esa elección, y sólo crece a medida que rendimos nuestra voluntad a Él. Esto se debe a que caminar con el Señor significa estar en sintonía con Su corazón y colocar Sus prioridades por encima de las nuestras.
Nuestro mundo clama por significado y plenitud, y con demasiada frecuencia, la gente lo busca en los lugares equivocados. Pero Jesús es el único que puede satisfacer de verdad el anhelo más profundo de tu corazón. Así que tu viaje a la mejor vida requiere un acto de tu voluntad para conocer, confiar y obedecer al Señor. Hermano y hermana que lees estas líneas, no te lo pierdas. El Padre está esperando para guiarte por el camino más maravilloso, uno que nunca te arrepentirás de haber recorrido. Así que sométete a Él y experimenta todo lo que Él tiene para ti.
Señor, derriba todo lo que se interponga entre conocerte tan profundamente como sea posible y caminar en Tu voluntad. Me someto a Ti de todo corazón. Elimina cualquier distracción o temor que impida mi cercanía a Ti. Enséñame a desear Tu presencia por encima de todo, a buscarte con todo mi corazón y a confiar en Tu guía. Entrego mi voluntad a la Tuya, sabiendo que sólo en Ti encontraré la plenitud y el propósito que verdaderamente anhelo. Guíame por el camino de la vida, y que nunca mire atrás. En El Nombre de Jesús, Amén.
