La gloria de los jóvenes es su fuerza, Y la hermosura de los ancianos es su vejez. Proverbios 20:29
Dios ha formado tu vida de tal manera que puedes ser fructífero y bendecido independientemente de la etapa que estés viviendo, ya sea en la niñez, la adolescencia, la adultez temprana, la mediana edad o los años dorados dónde se concreten tus mayores objetivos. El Salmo 1:1-3 promete: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores… Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.”
En otras palabras, cuanto más profundamente eches raíces en tu relación con el Señor -aumentando tu intimidad con Él y obedeciendo firmemente Su llamado- mayor acceso tendrás a Su naturaleza eterna y a Sus recursos ilimitados, que son los que hacen que tu vida tenga un verdadero impacto. Te mantienes productivo con valor continuo e influencia en la eternidad. Las preocupaciones que normalmente te desgastarían y envejecerían tu alma en realidad sirven para renovarte y liberarte de todas las cosas que te esclavizan y desaniman (Romanos 8:20-25). De hecho, te vuelves más amoroso, alegre, pacífico, paciente, amable, gentil, firme, templado, fiel, eterno y de mayor valor para todos los que entran en contacto contigo (Gálatas 5:22-23).
¿Es esto lo que anhelas? Porque si estás buscando un nuevo comienzo, preguntándote si hay algo más en esta vida, o esperando dejar un legado duradero, sólo Dios puede satisfacer tus necesidades o dar sentido a tu vida. Y cuando lo buscas a Él, no sólo encontrarás respuestas a todos tus anhelos, sino que seguirás siendo fructífero de una manera más allá de tu imaginación, independientemente de si tienes ocho, dieciocho u ochenta años.
Recuerda que el plan de Dios para ti no está ligado a la edad o a las circunstancias. Ya sea en tiempos de crecimiento o en épocas de espera, Dios puede hacer que cada momento cuente. Tu vida continuará dando fruto mientras estés arraigado en Su amor, y Su gracia continuará refrescándote, asegurando que permanezcas fuerte en la fe y en Su propósito preparado de antemano, y con amor, para Ti.
Señor, gracias por tener buenos propósitos para mí sin importar mi edad, desafíos, capacidades o etapa de la vida. Te ruego que continúe creciendo en Tu sabiduría y dando fruto para Tu reino en cada estación. Ayúdame a confiar en Ti más profundamente y a depender de Tu fuerza en cada circunstancia. Haz que mi vida refleje Tu gloria y sirva como un faro de Tu amor y verdad para los que me rodean. A Ti sea toda la gloria por siempre. En El Nombre de Jesús, Amén.