El que posee entendimiento ama su alma; El que guarda la inteligencia hallará el bien. Proverbios 19:8
¿Has notado cómo Jesús cierra su gran oración al Padre al final de Juan 17? Él ora: “Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos” (v. 26). Este es uno de los pasajes más claros sobre cuán profunda e ilimitadamente nos ama Dios. De hecho, esta forma de amor es aún mayor que el amor incondicional que experimentamos y entendemos, porque nuestras mentes finitas no pueden comprender su anchura, longitud, altura y profundidad (Efesios 3:14-19). Jesús, en efecto, dice que así como el Padre lo ama a Él, ¡el Padre también nos ama a nosotros!
Una de las formas en que el Señor nos expresa Su paternidad es a través de este amor incondicional. También lo expresa a través de Su deseo de comunicarse con nosotros, de satisfacer todas nuestras necesidades y de la verdad de que siempre está con nosotros (Mateo 7:7-11). En Hebreos 13:5, Él dice: “Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”, y como Él es omnipotente, omnisciente y omnipresente, es el único que puede cumplir con éxito esta promesa. Dios no sólo promete guiarnos siempre por el buen camino y hacia una conducta correcta, sino que también nos disciplina cuando es necesario. Esto también es una expresión de Su amor, porque Él ve cómo nos quedamos cortos de la maravillosa libertad y vida que ha planeado para nosotros y se propone corregirlo.
Y así puedes ver que cuando temes y obedeces al Señor, que es justamente, la definición misma de sabiduría, amas a tu propia alma porque te estás abriendo a Su amor. ¿Qué mejor regalo se puede esperar? acepta ese presente hoy.
Padre, te doy gracias por tu asombroso amor hacia mí. Me asombra lo profundamente que te importo y lo incondicionalmente que me amas, incluso en mis imperfecciones. Ayúdame a abrazar plenamente Tu amor y a buscar Tu sabiduría con todo mi corazón. Enséñame a vivir de acuerdo con Tu Palabra, confiando en Tu presencia y guía en cada paso del camino. Anhelo conocerte más, experimentar la plenitud de Tu gracia y reflejar Tu amor en todo lo que hago. Por favor, continúa guiándome, y que Tu sabiduría llene cada parte de mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.