Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Filipenses 4:6
¡No estés ansioso! Pablo dijo que no hay nada que deba preocupar a un hijo de Dios. Él era muy consciente de todas aquellas cosas que causan ansiedad. Su nación estaba ocupada por un ejército extranjero y gobernada por líderes corruptos. Escribía desde la cárcel, donde estaba detenido como resultado de falsas acusaciones. Se encontraba separado de sus seres queridos; se habían cuestionado sus motivos y se le había tergiversado. Algunos intentaban socavar todo lo que había logrado al fundar iglesias. Sufrió físicamente y se enfrentó a una ejecución inminente (2 Cor. 11:23-29). Sin embargo, Pablo dijo que nunca habría una crisis tan perturbadora, a la que Dios no pudiera traer paz en medio de ella. Y es que, El Señor desea ayudarte a llevar tus cargas. Él quiere que experimentes Su paz, que está más allá de nuestra comprensión humana.
Nunca entenderás completamente cómo Dios puede darte paz en algunas de las situaciones que enfrentas, pero no tienes que entenderlo para experimentarlo. Esta paz no es sólo para los que «manejan bien el estrés»; ¡es para todos, y mas aún para aquellos que creen! Puede que sepas que Dios quiere que experimentes esta paz verdadera, pero te preguntes cómo es posible, debido a la magnitud de lo que estás afrontando actualmente. Sin embargo, las Escrituras dicen que por nada estemos afanosos. La Palabra de Dios indica claramente que no hay nada que puedas afrontar que sea demasiado difícil, demasiado problemático o demasiado temible para Dios. No importa cuáles sean tus circunstancias, entrega tu ansiedad al Señor en oración, y deja que Su paz perfecta guarde tu corazón.
Señor, quebranta mis miedos, mis angustias y mi ansiedad. Cambia esos sentimientos por la confianza y la certeza de saber que caminas a mi lado, y que deseas poner en mi corazón la paz perfecta y verdadera, que me permita superar cada desafío y cumplir la voluntad a la que me has llamado. En El Nombre de Jesús, Amén.