La benevolencia del rey es para con el servidor entendido; Mas su enojo contra el que lo avergüenza. Proverbios 14:35
Nunca perderás cuando obedezcas a Dios. Sin embargo, eso no significa que la obediencia siempre será fácil. David practicó este principio y el Señor lo bendijo grandemente por ello. Por ejemplo, incluso cuando la furia celosa de Saúl amenazó con acabar con su vida, el futuro rey se negó a pecar contra el Señor y evitó tomar venganza de su enemigo. Comprometido a obedecer al Padre, David no permitió que sus sentimientos se desviaran en una dirección destructiva y egocéntrica.
Habrá momentos en tu vida en los que las peticiones de Dios te parecerán poco razonables. Cuando esto suceda, debes recordar que el Padre ve toda tu vida. Él conoce los planes que tiene para ti y sabe exactamente lo que se necesita para que llegues a donde necesitas estar para cumplirlos (Jeremías 29:11). Y Él debe llevarte al lugar donde declares tu dependencia de Él, donde estés dispuesto a someter tu vida a Él y confiar enteramente en Su cuidado y provisión para el futuro, aún cuando tu mente humana y racional, pero también limitada ante la omnipotencia del Señor, te indique el deseo de preferir seguir tu propio camino.
Aunque no entiendas por qué te enfrentas a una prueba o cuando una puerta de oportunidad se cierra repentinamente, tu respuesta siempre debe ser la confianza y la obediencia. ¿Por qué? Porque Dios dice en Jeremías 7:23: “Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien”. En otras palabras, cuando te sometes a Él, Él te bendecirá.
Entonces, ¿qué estás enfrentando hoy que podría tentarte a desobedecer a tu amoroso Padre celestial? Sea lo que sea, no vale la pena perderse los grandes planes que de seguro, Él en Su inmenso amor, ha preparado para tu vida. Así que elige obedecer a Dios, porque ese es el camino seguro hacia la esperanza y la bendición.
Padre, elegiré obedecerte. Gracias por concederme Tu amor, provisión y favor. Pongo mi esperanza en Ti y sé que no me decepcionarás. En El Nombre de Jesús, Amén.
