Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5
¿Alguna vez has caminado por un sendero y has notado que ante ti se extienden huellas de algún tipo? Así como nuestros cuerpos físicos dejan huellas en la tierra, nuestras vidas espirituales marcan a quienes nos rodean. Por supuesto, en ambos casos, el lugar por donde se camina marca la diferencia. Así como las huellas físicas en un acantilado rocoso serían imposibles de ver, las huellas espirituales que no están en el camino de Dios para ti también son invisibles para el mundo que nos observa.
¿Cómo, entonces, debemos pisar en cada uno de nuestros pasos? Pablo nos dice: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.” (Efesios 4:1-3). Humildad, diligencia, mansedumbre, paciencia, tolerancia, amor, unidad, paz: éstas son las cualidades que deben caracterizar nuestro camino como pueblo de Dios. Cuando nos desviamos de esta senda, nuestro camino se vuelve oscuro y peligroso, y perdemos eficacia en el mundo y el cumplimiento de la voluntad del Señor para nosotros. Sin embargo, cuando procedemos de una manera que agrada a Dios, Él obra a través de lo que somos, para dejar una huella indeleble y eterna en quienes nos rodean.
Por lo tanto, hoy recuerda: ¿Quieres tener una influencia permanente en el mundo y en la eternidad? Entonces, camina “como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10). Planta tus pies en la sólida tierra de Jesucristo y acepta Su desafío de proceder en santidad y obediencia a Su voluntad. Y Él ciertamente estará contigo y te dará la victoria en cada paso del camino.
Señor, quiero dejar una influencia duradera en todos los que me sigan. Que mi vida marque una diferencia para Tu reino eterno. En El Nombre de Jesús, Amén.