Envió desde lo alto; me tomó, Me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo. Salmos 18:16-17
En el Salmo 18:16-27, David relata cómo Dios le libró plenamente de las manos de Saúl. Las aguas que rodeaban a David eran profundas («muchas», v. 16), sus enemigos eran «fuertes» y lo «aborrecían» (v. 17). Si David hubiera tenido que luchar solo contra ellos, habrían sido «mucho más fuertes» que él (v. 17). Sus enemigos también eran demasiado rápidos para la velocidad de su propia marcha. Lo interceptaron y se interpusieron en su camino, listos para destruirle (v. 18). Sin embargo, durante este tiempo, Dios evitó que David cayera, dando asi a los creyentes, uno de los mayores testimonios de la verdad de que El Señor sostendrá a sus hijos hasta librarlos.
Y asi, El Señor finalmente liberó a David y lo puso en un lugar amplio y ancho donde tenía espacio para, moverse, respirar y prosperar. Levantó a David y lo puso en pie, dejándolo libre de cargas y en paz. Dios escuchó y Dios liberó.
Dios se deleita en ti, no lo olvides. Puede que sientas que te aplastan por todas partes y que no ves una salida. Tal vez sientas que tus pies están a punto de tropezar. O puede ser, en ese mismo momento, que estés mirando directamente el tamaño de la dificultad, y no sabes qué camino tomar. Como su hijo o hija amada, el Señor te apoyará y te sostendrá en medio de todo es caos. A su debido tiempo, tú también saborearás el dulce fruto de la liberación cuando Dios te levante y te coloque en un lugar amplio.
Señor, en lugar del espacio estrecho de la dificultad, de las adversidades y de las pruebas de la vida, colócame en Tus tiempos perfectos, en el espacio amplio de Tu liberación que me permite recibir las promesas de paz, tranquilidad y calma que sólo Tu entregas. Que Tus promesas brillen siempre en mi vida, Padre. Te lo pido, En El Nombre de Jesús, Amén.