Jehová es Rey eternamente y para siempre; De su tierra han perecido las naciones. (Salmos 10:16)
¿Por qué los que ignoran el bien parecen prosperar mientras yo lucho por llegar a fin de mes? ¿Por qué mi familia padece graves problemas de salud mientras que los que son crueles con los demás están sanos y salvos? ¿Por qué parece que, muchas veces, mientras más busco conocer a Cristo, más problemas enfrento; mientras que el que ni siquiera quiere escuchar el nombre de Jesús parece tenerlo todo?
¿Te has hecho alguna vez esas preguntas? Tal vez no hayas expresado esa murmuración en voz alta, pero ¿te lo has planteado? Puede que David sintiera lo mismo. A veces era acosado constantemente por sus enemigos. Se enfrentó a la derrota cuando intentaba seguir a Dios.
Sin embargo, David llegó a la etapa de una frase que todos hemos pronunciado «pero Dios». Cuando me enfrento a una dificultad que parece abrumadora y sin solución, pero confío en Él, el Señor me lleva de la desesperanza a la verdad de saber quién realmente es Él y lo que ha prometido. Todo lo demás falla, «pero Dios» nunca me abandonará, eligiendo siempre lo que es mejor, trayendo gloria a Sí mismo, obrando todas las cosas juntas para mi bien mientras sigo Su voluntad (Rom. 8:28).
David recuerda al lector que el Señor es Rey para siempre, sea cual sea la situación. Él escucha el clamor humildes de Su pueblo. David nos recuerda que el Señor hará justicia a los huérfanos y a los desamparados. Un día, los malvados ya no podrán oprimir al pueblo de Dios.
Puede que sientas que El Señor está ausente cuando otros te oprimen, te traicionan o te rompen el corazón; pero recuerda que Jesús es el Rey. Él es tu fuerza cuando te enfrentas a la injusticia. Él es soberano y triunfará en Tu vida y en la vida de todos sus hijos.
Señor, saca de mi mente los pensamientos de derrota que se hacen mayores cuando veo a los injustos tener aquello que pienso que no han merecido. Que recuerde que Tu justicia es perfecta y da a cada quién según Su proceder, en el tiempo perfecto. Y que recuerde como nos enseña El Rey David, que a pesar de cualquier dificultad, siempre estarás allí para el desamparado, el angustiado o el que ya no posee esperanzas, y le restaurarás, su fe, su perseverancia y su capacidad para vencer y reclamar Tus promesas de bien. En El Nombre de Jesús, Amén.
