Con larga paciencia se aplaca el príncipe, Y la lengua blanda quebranta los huesos. Proverbios 25:15
¿Alguna vez Dios te ha dado el tratamiento del silencio? Oras por algo muy importante, pero no estás seguro si Él te escucha porque parece no haber respuesta. Tal vez esta sea tu situación hoy. Si es así, entiende que el Señor a veces está callado porque te está enseñando el valor de la paciencia en tu relación con Él.
Jesús enseñó a sus discípulos la parábola de la viuda persistente precisamente con este propósito (Lucas 18:1-8). Esta mujer necesitaba protección debido a un conflicto que tenía. Así que le pidió repetidamente al juez que la ayudara hasta que él cedió debido a su tenacidad. Del mismo modo, Dios «hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche» (v. 7). Él es fiel para responder a nuestras súplicas.
Por eso Jesús les enseñó «a orar siempre y no desmayar» (v. 1). La perseverancia es crucial en nuestras relaciones con el Padre, porque Sus tiempos no son como los nuestros, ni Sus caminos son comparables a los nuestros (Isaías 55:8-9). A veces Él desea que esperemos porque está obrando de forma diferente a la que pensamos, en nuestras circunstancias o protegiéndonos del peligro. Puede que esté purificando nuestros motivos, enseñándonos a confiar en Él o preparándonos para influir en los demás.
El punto es: Él está trabajando sin descanso en nuestro bien, y no nos ha abandonado. Así que presta atención a las palabras de Hebreos 10:35-36: «No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa». Continúa acudiendo al Padre en busca de Su sabiduría, presencia, amor y fortaleza. Y no te rindas. Porque ciertamente serás bendecido cuando finalmente llegue la respuesta.
Padre, sigo orando, seguro de que Tú responderás. Abre mis oídos para que no me pierda lo que tengas que decirme, y acrecienta mi fe para que no dude, de los maravillosos planes, que estás obrando hoy en mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.