Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre. Salmos 5:11
Continúando con este estudio devocional del Salmo 5, notamos que este comienza con la búsqueda personal de David de la guía de Dios. Luego, como muchos cánticos de adoración, este salmo cambia de tono para referirse a nuevas revelaciones de la escritura, que dan cuenta de cómo debemos actuar frente al Señor.
Y es que este capítulo es el primero de varios salmos imprecatorios, que invocan un castigo o piden a Dios que haga caer la desgracia y el desastre sobre los enemigos (véanse también los salmos 11; 17; 35; 55; 59; 69; 109; 137; y 140). Se incluyen en el libro de los Salmos para recordarnos que Dios conoce perfectamente nuestros corazones.
¿Cómo puede Dios, que enseña a sus hijos a amar a sus enemigos, responder a sus plegarias de revancha? David luchó por amar a los que se le oponían al tiempo que buscaba su destrucción. Dios quiere que sus hijos le entreguen sus almas mientras confían en Él para la justicia divina.
¿Cómo pueden los creyentes de hoy entender estos salmos imprecatorios, que son divinamente inspirados pero aparentemente inconsistentes con el amor de Dios? Tenga en cuenta estas verdades bíblicas:
- La Escritura nunca contradice a la Escritura.
- La expresión honesta de las emociones humanas a Dios en la oración es siempre aceptable.
- La justica pertenece al Señor.
- Los impíos serán juzgados en última instancia por Dios.
- Dios ama a sus hijos y actuará en su beneficio.
Obviamente, David se sintió seguro al expresar sus emociones más profundas al Señor. No le dijo a Dios lo que tenía que hacer; le pidió al Dios soberano que juzgara a los injustos. Después de su apasionada súplica en el Salmo 5:9-10, el rey reanudó su canto de alabanza. Pidió a todos los que confían en El Padre que se alegren, griten de júbilo y se regocijen en Él (v. 11). Sabía que Dios bendeciría a los justos con Su favor y los protegería con un escudo (v. 12).
David tenía toda la razón para regocijarse. Confiaba en Dios con todo su corazón. Tú puedes regocijarte hoy en presencia de tus enemigos cuando confías en Dios. Clama al Señor para hacer lo que es justo; y caigas en la tentación de esperar que Él sólo cumpla Tu propias expectativas. Verás que los resultados y bendiciones en tu vida, haciendo esto, serán mejores y mayores de los que habrías podido imaginar.
Dios Te Bendiga.
Señor, dame un corazón obediente y manso que confíe en Tu justicia, para que en medio de la afrenta de otros contra mí, no caíga en la revancha o la venganza, en la ira o el rencor, sino que plenamente confíe en lo que desees obrar para librarme y camine de Tu mano, siempre y sólo siempre a servirte y a cumplir Tu voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.